HISTORIAS ANÓNIMAS

La inspiradora historia de Estuardo

La Zona 10, más precisamente el área de los grandes hoteles, suele ser un excelente punto estratégico para los jóvenes que lustran zapatos y de allí surgen increíbles historias que podrían servir para laureados largometrajes.

En esta ocasión publicamos una historia contada en primera persona, ya que se trata del escrito realizado por un joven llamado Estuardo, que coloca su caja en la puerta del Hotel Westin Camino Real diariamente para ofrecer su servicio de lustrado y nos llamó la atención por el papel clave que aquí juega la tecnología.

 

camino-real

 

Mi nombre es Estuardo y como todos mis amigos, hay varias cosas con las que sueño hacer en unos años; aunque por el momento no tengo dinero para inscribirme en unos cursos que le permiten a la gente tener mejores trabajos, tengo confianza que en un tiempo lo haré.

Recuerdo que un día un señor se me acercó para pedirme un lustre; y como pocos, sonriente me volteó a ver y me preguntó si estaba estudiando. Le dije que había empezado la primaria, pero que mi mamá enfermó, luego también una de mis hermanas. La situación se nos complicó y para que mi hermana lograra estar bien, tenían que traerle una medicina de Estados Unidos. Así que tuve que dejar de ir a la escuela y pasar más tiempo trabajando.

El señor me preguntó que quería hacer cuando fuera grande; rápidamente le dije que me quería ir a Estados Unidos a trabajar, porque acá en Guatemala la situación estaba complicada, que con la coperacha que hacíamos con mis amigos, de vez en cuanto juntábamos para ponerle redes a uno de los que tienen celular, y lo que más aparecía en Internet eran problemas, delincuencia en el país, cómo los políticos trabajaban solo para ellos sin darse cuenta de las penas que pasamos los demás. El señor me dijo que para ir a Estados Unidos tenía que empezar por aprender inglés. Me reí y le dije que era uno de mis sueños, pero que no me alcanzaba para estudiar eso. Terminé el lustre, le dije que eran Q5 y me dio Q10, sonrió y me dijo que me vería pronto.

Mi sorpresa fue que por la tarde el señor regresó, me dio Q20 más y le pregunté a quienes tenía que lustrarle los zapatos, me respondió que no era para eso, que era para que metiera una recarga y pudiera ver una aplicación que me enseñaría inglés gratis. Se llamaba Duolingo y la había hecho un guatemalteco como nosotros.

 

Luis Von Ahn, un gran embajador guatemalteco

 

Salí corriendo y le conté a mis amigos, agarré Q10 para llevarle a mi mamá y fui a la tienda a comprar una recarga de Q10 para el teléfono de Pancho, porque el mío no servía, y aunque el de él tenía una mancha en la pantalla que no nos dejaba ver una parte, era el que mejor estaba. Así que nos juntamos varios y buscamos esa aplicación. Me dio curiosidad de averiguar quién la había hecho, y buscando en internet nos salió que de verdad la había hecho un chapín, alguien llamado Luis von Ahn, leímos un poco sobre él y nos dimos cuenta que así como él, había varios guatemaltecos que han sobresalido a nivel mundial.

Bajamos Duolingo y entre todos tratamos de entender cómo funcionaba. Nos dimos cuenta que de verdad enseña inglés. Así que nos quedamos un rato aprendiendo algunas cosas. Desde ese día el señor llega una dos o tres veces por semana y siempre me da Q10 para que pueda seguir estudiando y me pregunta algunas cosas en inglés.

Quería compartirles esto, así que fui a un café internet y pedí favor que me ayudaran a subirlo a las redes sociales, porque me di cuenta que así como tenemos muchas cosas malas en el país, también hay mucha gente que busca ayudar a los demás y que ayudándonos unos a otros podemos hacer que las noticias que salen en Facebook sean positivas. Mucho depende de nosotros, de que tan alto soñamos, y que tanto hacemos para que paso a paso podamos acercarnos a nuestros sueños.

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