El ser humano tiende a resistirse a los cambios, no por falta de capacidades para asumir nuevos roles y retos, sino porque su condición natural es temerle a aquello que desconoce.
Esto se ha evidenciado en los últimos años con la puesta en marcha de tecnologías inteligentes, que para muchos son una amenaza latente. Sin embargo, las grandes organizaciones del mundo saben que este es el momento de potenciar las habilidades blandas y llevar el pensamiento estratégico de los profesionales a un nivel superior.
Clones, avatares, chatbots, asistentes personalizados y automóviles que no necesitan conductores, son algunos de los avances tecnológicos que inquietan a aquellos que temen que la revolución de las máquinas acabe con el ser humano y su rol dentro de una sociedad productiva. Y es cierto que estas inteligencias artificiales llegaron para ayudar a la eficiencia de las organizaciones; reducir costos, mejorar tiempos de respuesta y estandarizar procesos. No obstante, no hay razón para temerle a esta nueva transformación del siglo XXI, pues es esta la oportunidad que tienen las empresas para liberar los recursos humanos, de modo que puedan enfocarse en ser creativos y receptivos.
Un estudio reciente que desarrolló la Unidad de Inteligencia de The Economist menciona que, al aprovechar al máximo el machine learning, se encuentra evidencia de que los empleados humanos altamente capacitados serán vitales durante la transformación y más allá. Esto evidencia que, independientemente del crecimiento y avance tecnológico que adopten las empresas, se exigirán formas distintas de roles y responsabilidades para que máquina y humano coexistan entre sí para aprender continuamente.
“No es un secreto que la tecnología inteligente está hecha para apoyar los procesos más operativos de las compañías, tal como el aprovechamiento de grandes cantidades de datos. Sin embargo, también es cierto que el lenguaje aplicado al razonamiento está lejos de poder ser reemplazado o desplazado por la inteligencia artificial”, comentó Randall Quiros, Director de SAP Centroamérica y el Caribe.
Por esta razón, más vale trabajar en equipo con las máquinas y mantenerse a la vanguardia con ellas, antes que luchar contra su existencia, pues hoy las empresas están obligadas a transformarse digitalmente y modelar un terreno que se adapte a las nuevas formas de trabajo que exigen las culturas del siglo XXI.
Así, no existe tal amenaza, pero sí un desafío enorme que ya ha empezado a poner a prueba las mentes de quienes quieren sobresalir en un mundo cada día más competido y en el que las habilidades blandas empiezan a superar a las duras, siendo el pensamiento estratégico, la capacidad de innovar, el rol de liderazgo, la toma de decisiones y la habilidad para co-crear, aptitudes imprescindibles para las compañías y los equipos de trabajo que las conforman.
La inversión principal de cualquier empresa son las personas y, en ese orden de ideas, optimizar procesos operativos permite que éstas tengan un mayor retorno de inversión de su talento en cuanto lo comprometan con tareas que requieren mucho más análisis, respuestas ágiles y estructuración de proyectos que resuelvan las necesidades de los usuarios.
Según expertos en temas de liderazgo y transformación organizacional, el 91% de las empresas demandan profesionales que cuenten con las aptitudes y habilidades blandas que garanticen el desarrollo del negocio. En consecuencia, ya son varias universidades del mundo las que están incluyendo formación en liderazgo, inteligencia emocional, estrategia e innovación para capacitar a los profesionales que demandan las organizaciones del futuro.
Temerles a los cambios y resistirse a la transformación, así como a las nuevas formas de hacer las cosas no vale la pena, por el contrario, es momento de ver este nuevo modelo como la oportunidad de evolución y como el reto que llevará a la humanidad a un pensamiento superior.